El problema no son solo los números. El problema mayor es la institucionalización de esta violencia. Sabemos que la actual economía de mercado, que monopoliza las relaciones internacionales es una infanticida implacable.
La esclavitud es una actividad económica imprescindible para el sistema y no está siendo combatida. El control económico sobre la tenencia y comercio de esclavos es casi inexistente.
Esto se ve, por ejemplo, en un mundo donde la libre circulación de capitales y mercancías está garantizada para los países enriquecidos mientras que los países del Sur sólo pueden mantener su lugar en el mercado aprovechando al máximo el único terreno en el que siguen siendo ampliamente competitivos: el bajo costo de su mano de obra. Explotación. Lo que los directivos de multinacionales y economistas llaman ahora políticas de deslocalización.
El primer ministro de Costa de Marfil afirmaba ante las NNUU que las compañias internacionales de cacao se encuentran en el corazón de tráfico de niños. El 90% del cacao que el norte consume es recolectado por niños que viven en régimen de esclavitud.
En el precio del telefono móvil menos del 2% va para los productores. La ordenación mundial del trabajo actualmetne convierte a los países del Sur en una gigantesca subcontrata del Norte.
En el sector textil, con empresas tan conocidas como Corte Inglés, Grupo Inditex o Cortefiel nos sirve de modelo.
El gran genocidio de la esclavitud, en el Norte, es únicamente el postre de algunos telediarios, se nos presentan hechos aislados que dan en primer lugar sensación de impotencia ante la magnitud del problema. Por otra parte se cuida mucho la manera de presentar la noticia el tal modo que no se vea cual es la raíz del problema y sobretodo que el lector no se vea implicado en el problema.
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