La esclavitud infantil es el mayor problema laboral y por tanto sindical, actualmente en el mundo. Los niños representan más del 10% del potencial de la mano de obra estimado en unos 3000 millones de personas. Teniendo en cuenta que la tasa de paro adulto se sitúa entre el 20 y 30%, podemos imaginarnos el impacto social que podría tener en la mayoría de los países.
A nivel internacional, la problemática es llevada a cabo por la OIT (organización del trabajo), no por la UNICEF, organización de la ONU para la infancia.
Por todo ello, a parte de la dimensión económica, política y cultural, está íntimamente ligado al paro forzoso, un problema fundamentalmente sindical. Así tenemos múltiples ejemplos como en el programa de los grupos europeos de la primera AIT (asociación internacional de trabajadores), el PSOE, en su primer programa de 1879, como punto clave.
El 80% de los afiliados a los sindicatos son hombres y la mayoría trabajadores cualificados. Los sectores en los que están más implantados son: el metal, transporte pública y administración pública.
Los centros de trabajo donde existe una mayor actividad sindical son las empresas de más de 500 trabajadores, siendo bastantes de ellas estatales. La participación más alta en las elecciones sindicales se obtiene en las empresas donde predomina el empleo estable.
Los actuales sindicatos son inervibles para la defensa de los trabajadores precarios y sólo pueden mantenerse como agencias de servicios y con una especia de colegio profesional de la aristocracia obrera.
El movimiento obrero hoy forma una coalición de hecho conservadora con la patronal y el Estado, marginando a una gran parte de la población.
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